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OPINIÓN | “¿Cómo abordar los desafíos de los directorios en este 2020?”, por Agathe Porte

“El futuro lo arreglamos si los empresarios demuestran más visión social y las personas más visión empresarial”. Si bien esta declaración formulada en el reciente evento “Becoming, el futuro se diseña”, parece ser simple, en ella se esconde un desafío mucho más complejo y que debiera discutirse en todas las salas de directorios. Para desarrollar […]

Directorio Gobierno corporativo

“El futuro lo arreglamos si los empresarios demuestran más visión social y las personas más visión empresarial”. Si bien esta declaración formulada en el reciente evento “Becoming, el futuro se diseña”, parece ser simple, en ella se esconde un desafío mucho más complejo y que debiera discutirse en todas las salas de directorios.

Para desarrollar en Chile empresas de clase mundial, con las mejores prácticas en términos de gobernanza corporativa, es crucial que los directores estén a la altura de las circunstancias. Preguntémonos, ¿cuál es mi verdadero rol como director? ¿Con qué real expertise lo ejerzo? ¿Qué se espera de mí? ¿Cómo migramos de un ego-sistema empresarial a un ecosistema donde la responsabilidad social corporativa se integra a la generación de utilidad?

Grandes nombres como Philip Kotler, Ed Freeman y Laurence Fink coinciden en que las empresas de hoy tienen que desarrollar su lado de “Responsabilidad Social Corporativa” (RSC). Consideran que la verdadera razón de ser de una empresa no es sólo generar ganancias para sus accionistas, sino que algo mucho más amplio. Su fin es crear valor para todos los stakeholders, es decir, todas las personas afectadas (positiva o negativamente) por las decisiones de la empresa (empleados, clientes, proveedores y la sociedad como un todo); lo anterior siendo condiciones sine qua non para optimizar las ganancias.

Una empresa, y más precisamente su directorio, que menoscaba los retos ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) es una empresa que no tiene visión de futuro, la cual corre riesgos importantes en el presente y fragiliza su viabilidad a largo plazo. Por el contrario, se ha comprobado que compañías que implementan de forma proactiva temas de ASG tienen notables ventajas competitivas, como por ejemplo:

1) Han asegurado un Gobierno Corporativo eficiente, evitando así prácticas dudosas, particularmente de parte del management.

2) Han anticipado futuras legislaciones sociales y ambientales, lo que les ha permitido minimizar el riesgo operacional y legal que podría emerger de la no-compliance.

3) Han protegido a las organizaciones contra prácticas que podrán haber dañado profundamente sus reputaciones.

4) Han permitido atraer y retener talentos más jóvenes.

5) Han aumentado sus índices de preferencia en los clientes y consumidores.

6) Han tenido más atractividad para los inversionistas.

En este contexto, los directorios de hoy tienen el deber de asegurarse que estos temas estén integrados en los procesos de reflexión estratégica y de toma de decisión, con el fin de aumentar el valor de la empresa hacia todos y cada uno de sus stakeholders.

Lo anterior significa concretamente:

– Invertir en sus empleados. Proteger el empleo; promover remuneraciones justas; promover el crecimiento personal y profesional; reconocer, apreciar y retribuir; capacitar y preparar la fuerza laboral a los cambios, en particular tecnológicos; implementar horarios razonables y compatibles con la vida personal; asegurar salud y bienestar; promover la diversidad; integrar personas con discapacidad; y acompañar a los empleados en su jubilación.

– Ofrecer a sus clientes una experiencia que esté a la altura de sus expectativas y productos, con valor real y tangible.

– Tratar a sus proveedores en forma justa, sin posición dominante y con plazos de pago acorde con sus necesidades.

– Desarrollar un diálogo abierto respecto a las preocupaciones de las comunidades; cuidar la seguridad y calidad de vida en el entorno de la empresa; fortalecer la confianza mutua.

La Responsabilidad Social Corporativa no tiene que ser un enfoque que sólo busque agradar éticamente. Tampoco tiene que sólo consistir en prevenir y/o administrar riesgos de manera adecuada. Tiene que convertirse en uno de los principales valores de las empresas, una convicción genuina de querer hacerlo bien.

Tenemos el gran desafío de crear definiciones nuevas y vinculantes que den un valor real, concreto y novedoso a las empresas, y que sea ampliamente percibido por toda la sociedad.

Al final, ¿qué mejor negocio que hacer negocio haciendo el bien?

Agathe Porte

Directora Instituto de Directores de Chile