Opinión

El directorio hoy: menos retrovisor y más estrategia

Durante años, el vínculo entre directorios y equipos ejecutivos se evaluó casi exclusivamente desde una lógica de cumplimiento.

Mientras el directorio resguardaba financieramente el negocio, la administración ejecutaba. Pero eso está cambiando. La tercera edición del estudio «Mirada de los Ejecutivos a sus Directorios», del Instituto de Directores de Chile, muestra un giro profundo en lo que los líderes de empresas esperan de sus órganos de gobierno: menos foco en el retrovisor y más en la carretera que viene.

La relación sigue siendo sólida. Los ejecutivos, en general, declaran altos niveles de confianza y valoración positiva hacia sus directorios. Sin embargo, lo que cambia es la expectativa. Hoy se busca un directorio que no solo supervise, sino que también acompañe; que no solo apruebe, sino que además desafíe e inspire. La figura del director pasivo o distante parece haber quedado atrás, desplazada por una visión empática, estratégica y comprometida.

Por otro lado, como muestra el estudio, persisten desafíos en dimensiones estratégicas: solo el 18% de los ejecutivos locales cree que su directorio dedica suficiente tiempo a su labor, frente al 42% internacionalmente (según estudios de PwC y Harvard). Brecha que evidencia vacios en el involucramiento con los desafíos del negocio.

A esto se suma la falta de claridad en los límites del rol directivo y una débil cultura de evaluación y retroalimentación, que limita el impacto del directorio en el largo plazo.

Y es que mientras el entorno exige algo distinto, los ejecutivos enfrentan desafios complejos: mercados volatiles, avances tecnológicos, presión por el desempeño financiero y una creciente demanda por sostenibilidad y propósito. En ese contexto, el directorio ideal es el que pregunta, escucha y construye en conjunto.

Y en ese marco, encontramos uno de los hallazgos más provocadores del estudio: la tensión entre el deseo de mayor involucramiento estratégico del directorio y la percepción de que, en algunos casos, se sobrepasan los límites cayendo en el micromanagement. Para el director esto exige un equilibrio delicado pero necesario: acompañar sin invadir, orientar sin ejecutar. El rol del directorio se juega, justamente, en ese punto medio entre la autonomía del ejecutivo y la responsabilidad fiduciaria del gobierno corporativo.

Desde el Instituto de Directores hemos observado cómo los mejores directorios son aquellos que han sabido transformarse en aliados estratégicos, sin perder su independencia. Directorios que no temen hacerse preguntas incómodas, que invierten en conocer el negocio y que generan espacios reales de retroalimentación, tanto para los ejecutivos como para ellos mismos.

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